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Impacto de los ataques de pánico en la vida diaria

Los ataques de pánico o el trastorno de pánico en sí, pueden tener graves consecuencias para la persona que los padece, llegando a causar una gran interferencia en la vida diaria. Estos episodios no solo afectan la salud mental, sino también áreas importantes de la vida de la persona como la social, familiar, económica y laboral.

Ansiedad anticipatoria

La persona que sufre ataques de ansiedad puede experimentar ansiedad anticipatoria, esto es, un conjunto de pensamientos relacionados con situaciones futuras en las que pudiera desencadenarse un ataque de ansiedad.

Por ejemplo, si una persona ha tenido ataques de ansiedad en el pasado a la hora de tener que hacer presentaciones delante de los demás, ante la idea de tener que volver a hacer una nueva presentación, puede tener pensamientos anticipatorios como "voy a quedarme en blanco y voy a hacerlo muy mal, se reirán todos de mí", "no voy a ser capaz", "voy a fracasar", etc. Estos pensamientos le causarán mucha ansiedad.

Como podemos ver en el ejemplo, los pensamientos anticipatorios hacen que el nivel de alerta del individuo sea mayor y por tanto, que aumente la probabilidad de ataques de pánico. Lo que hace que entremos en una espiral: ansiedad → pensamientos negativos → más ansiedad –> pensamientos negativos, etc.

Aislamiento social

Otra de las consecuencias principales de los ataques de pánico es el aislamiento social. Puede ocurrir por dos motivos: por un lado, algunas personas temen experimentar ataques de pánico en situaciones sociales y, por otro lado, las personas afectadas pueden evitar situaciones sociales para evitar a su vez tener que explicar qué les ocurre.

Relacionado con lo anterior, al aislarse, muchas veces esperan evitar el juicio negativo de los demás si experimentan un ataque de pánico en su compañía.

Otro aspecto a destacar es que el aislamiento social suele ser progresivo. En otras palabras, empiezan evitando algunas situaciones sociales y finalmente evitan casi todas las situaciones.

Otro aspecto a considerar es que la falta de habilidades para manejar el estrés puede desencadenar un ataque de pánico. Sin embargo, usar técnicas de respiración, relajación y reestructuración cognitiva en situaciones estresantes reduce significativamente esta posibilidad.

Fobias

Las fobias, relacionadas con la ansiedad anticipatoria y el aislamiento social, son comunes en personas que experimentan ataques de pánico. Estos individuos pueden desarrollar fobias específicas a situaciones en las que han sufrido ataques de pánico previamente.

Las fobias que más se asocian al trastorno de pánico son: agorafobia, fobia social y fobia a enfermedades.

Por ejemplo, si una persona ha tenido un ataque de pánico mientras iba conduciendo, tiene probabilidades de desarrollar una fobia a conducir, también conocida como amaxofobia.

Evitación de lugares

Evitación de lugares

Como acabamos de comentar, las personas con trastorno de pánico pueden desarrollar fobias, como la agorafobia. Esta fobia es entendida como un miedo exacerbado a los espacios públicos y/o abiertos de los que les puede resultar difícil escapar si se produce un aumento de ansiedad.

La evitación de espacios se convierte en una estrategia de afrontamiento para la persona, aunque es desadaptativa, pues afecta negativamente la vida diaria y deteriora significativamente la calidad de vida.

Por ejemplo, una persona con trastorno de pánico puede evitar espacios como cines, restaurantes y trenes. Esta evitación afecta negativamente su vida social, laboral y familiar.

Preocupaciones por la salud

Los ataques y el trastorno de pánico están estrechamente vinculados a interpretaciones catastróficas de diversos procesos físicos. Esto provoca que las personas que los padecen se sientan muy preocupadas por su salud.

Esto puede manifestarse de varias formas. La persona puede estar constantemente revisando sus cambios físicos y sensaciones corporales, llegando a obsesionarse con una frecuencia cardíaca elevada, problemas respiratorios, mareos, etc. Además, pueden desarrollar hipocondría.

Falta de autoestima y depresión

Depresión

En algunos casos, la persona que padece ataques o trastorno de pánico puede desarrollar síntomas depresivos. Esto ocurre porque, en parte, los ataques de pánico suelen generar una gran interferencia en la vida diaria.

Como hemos visto, estas personas pueden llegar a evitar lugares. Por lo tanto, pueden sentirse aisladas, etc. y esto llevar a profundos sentimientos de tristeza y en algunos casos a trastornos depresivos.

Problemas de autoestima

Los ataques de ansiedad, pueden llevar a la persona a cambiar el concepto de sí misma. Las personas afectadas pueden verse como una persona débil, inadecuada y con pocos recursos para afrontar las cosas que le pasan y esto puede hacer que su autoestima se deteriore.

Además, durante los ataques de pánico los pensamientos negativos sobre su persona y la autocrítica pueden intensificarse. Por lo tanto, pueden tener tendencia a interpretar los ataques de pánico como un signo de fragilidad.

Esto hace que se pueda perpetuar un ciclo negativo de: autoevaluación negativa → baja autoestima → ansiedad → autoevaluación negativa, etc.

Consumo de alcohol y otras sustancias

La persona que padece ataques o trastorno de pánico puede consumir alcohol y otras sustancias (drogas, medicamentos sin receta) para intentar reducir los ataques de pánico y para rebajar el nivel de malestar que le generan estas situaciones.

Sin embargo, el uso de alcohol u otras sustancias son estrategias de afrontamiento desadaptativas porque, como ocurría con las evitaciones, generan efectos negativos a largo plazo.

Asimismo, también hay más probabilidades de que aparezcan otros trastornos de ansiedad como puede ser el trastorno de ansiedad generalizada o la hipocondría, fobias o agorafobia. Otras de las consecuencias asociadas pueden ser: la búsqueda de atención médica por preocupaciones de salud, problemas laborales y académicos (por las evitaciones sobre todo), mayor riesgo de suicidio y problemas financieros

Referencias bibliográficas Más

Escrito por Raquel Rodríguez Cortés, Psicóloga General Sanitaria.

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