Si atendemos a las diferentes significados de la RAE, la paciencia la podemos entender como la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse, la capacidad para hacer cosas pesadas o la facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho.

El concepto de paciencia está íntimamente ligado al uso de la calma, la tranquilidad y el respeto como herramientas de gestión de conflictos. No es de extrañar que esta habilidad sea un objetivo a desarrollar para muchas personas a lo largo de su vida, ya que aporta importantes beneficios para la vida de las personas.

¿Qué es la paciencia?

La paciencia la podemos definir como la habilidad del ser humano para esperar con tranquilidad a que ocurran determinados sucesos. Esta capacidad implica de otras como la tolerancia a la incertidumbre o la no impulsividad.

La paciencia se trata de una conducta aprendida por lo que es posible modificarla y llegar a mejorarla mediante la práctica. Esto no deja de ser una buena noticia ya que a través del trabajo personal o la terapia se pueden incrementar los niveles de paciencia y con ello mejorar otros aspectos como la relación con nosotros mismos o los demás.

Por otra parte, el hecho de que la paciencia sea una habilidad aprendida hace que la persona tenga que llevar un rol activo para desarrollarla. Esto del rol activo hace referencia a la práctica de ejercicios. Una persona que no lleve a cabo cambios en su conducta relativa a la paciencia, no es posible que la modifique.

La paciencia y su relación ante situaciones adversas

Desde nuestros antepasados, el uso de la impulsividad, nos trajo innumerables beneficios para nuestra supervivencia. La rápida respuesta que promueven los impulsos de defensa o ataque, permitió al ser humano la resolución de situaciones adversas de una manera sencilla e inmediata, características muy valiosas dentro del entorno hostil que les rodeaba.

Sin embargo, a medida que el ser humano ha logrado asegurar su acceso a los principales recursos de supervivencia como la comida o seguridad en su entorno, la impulsividad ha dejado de ser útil. Las situaciones adversas que nos rodean en las civilizaciones de hoy en día requieren que las personas refrenen sus impulsos primarios y los sustituyan por procesos de análisis pausados y más complejos. La paciencia se impulsa de una mente comprensiva, empática y serena en los seres humanos, que favorece una mejor resolución de los conflictos a los que nos enfrentamos.

Impaciencia: más allá de la irritabilidad


La impaciencia, por el contrario de lo que nombrábamos, hace alusión a la falta de habilidad para esperar un acontecimiento sin mostrar agitación. También se refiere a la incapacidad para desarrollar tareas minuciosas que requieran tiempo para su desarrollo.

Además de la irritabilidad, es importante destacar otras manifestaciones de la impaciencia como:

  • Intolerancia a la incertidumbre
  • Agitación y nerviosismo ante tareas complejas
  • Distorsión en la percepción del tiempo
  • Ansiedad ante la falta de resultados inmediatos en actividades
  • Impulsividad en las acciones y decisiones
  • Incapacidad para disfrutar del presente
  • Desconexión de las actividades diarias
  • Falta de asertividad
  • Necesidad excesiva de control
  • Expectativas irreales
  • Rigidez cognitiva

Estas manifestaciones no están presentes en todos los individuos que muestran esta dificultad sino que serán diferentes factores ambientales y personales, los que determinen cuales de ellas se presentan con mayor o menos frecuencia.

La impaciencia en el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)


El conocido TDAH también tiene una relación estrecha con la impaciencia. Este trastorno se caracteriza por tres síntomas principales:

  • La inatención.
  • La hiperactividad.
  • La impulsividad. Este último síntoma se encuentra especialmente vinculado a la impaciencia.
Dentro de esta incapacidad podemos identificar otros problemas como la dificultad para aplazar respuestas, esperar turnos, actuar sin pensar, o responder de forma precipitada. Por este motivo, es habitual entre las personas diagnosticadas con este trastorno encontrar altos niveles de impaciencia que interfieren, especialmente en el sujeto, durante su infancia y adolescencia.

Impaciencia en el trastorno de ansiedad


La ansiedad es una emoción que tiene como objetivo la activación de una reacción de defensiva y de protección para el individuo en respuesta a un posible peligro. Esta emoción se convierte en un problema cuando sus síntomas son graves, duraderos, frecuentes, incapacitantes o aparecen en situaciones que no suponen un peligro para la persona. Esta respuesta de alerta constante en los individuos está muy relacionada con la impaciencia ya que pone al individuo en un estado de irritabilidad y vulnerabilidad, características de personas no pacientes.

Trastornos del estado de ánimo e impaciencia


La impaciencia se manifiesta también en los trastornos del estado de ánimo como la depresión. Aunque cada persona experimenta la depresión de una forma distinta, existen ciertas manifestaciones emocionales similares entre individuos como:

  • La tristeza.
  • La ausencia de interés por hacer actividades habituales.
  • Sentir ansiedad.
  • Cansancio constante
  • Irritabilidad,
  • Falta de disfrute
  • Impaciencia.

La emoción de tristeza promueve la autobservación y autoprotección de la persona por medio de soluciones rápidas, inmediatas y fáciles que no desgasten a la persona y que se encuentran muy relacionadas con la impaciencia.

Estrés


Los eventos estresantes son factores que predisponen a las personas que los experimentan a una serie de cambios bioquímicos, fisiológicos y conductuales negativos. Estos cambios promueven en la persona una serie de respuestas como la ansiedad, irritabilidad, problemas de sueño, bajo estado de ánimo, desgaste o dificultad para concentrarse.