Las personas que se expatrian van a enfrentar una serie de consecuencias psicológicas derivadas de este proceso:
La exposición a una nueva cultura desafía los valores y creencias propias de la persona expatriada.
Las nuevas normas sociales y costumbres pueden entrar en conflicto con las previas y esto puede generar una sensación de confusión y pérdida de identidad.
Este cambio de identidad puede tener una influencia en su autoestima y autoconcepto.
Alejarse de la red de apoyo familiar y social que se tenía en el país de origen, y comenzar a crear una nueva red en el país de destino puede generar sentimientos de soledad y aislamiento.
Estos sentimientos dificultan a su vez construir esta nueva y necesaria red de apoyo.
Todo proceso adaptativo conlleva un proceso de estrés hasta que se desarrollan las habilidades y estrategias necesarias para culminar la adaptación.
Para la persona expatriada el estrés puede verse aumentando por las diferentes adaptaciones que debe hacer: idioma, cultura, códigos sociales, burocracia, etc.
Las nuevas normas sociales que la persona debe entender y asimilar pueden generar desconcierto, sobre todo si son muy dispares a las propias.
Esto generará una sensación de desorientación y confusión.
Las barreras con el idioma pueden provocar malentendidos que llevan a la frustración y al aislamiento.
En algunos casos, la expatriación no solo afecta a una persona, si no también al núcleo familiar.
La adaptación de la pareja o hijos puede ser un factor que incremente el nivel de estrés y genere emociones de frustración, culpa, enfado, etc.
La adaptación a un nuevo entorno laboral puede afectar la percepción de competencia y éxito profesional.
Hay expatriados que experimentarán en el cambio un avance en su carrera; sin embargo, para otros puede significar una paralización en su trayectoria profesional, teniendo que empezar desde cero una nueva vida laboral.
Volver al país de origen también puede llevar a experimentar sentimientos encontrados.
Supone en muchos casos adaptaciones a la situación presente de su entorno que puede ser diferente a la que dejaron, puesto que su entorno también ha integrado su ausencia y evolucionado sin la presencia de la persona que retorna.
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