Seguro que alguna vez has oído hablar sobre la resiliencia. No obstante, es un término que puede generar dudas. Aunque pueda parecer extraño, no tiene su origen en la psicología. Hasta hace relativamente poco era un concepto que se utilizaba en la ingeniería para referirse a la capacidad que tenían ciertos tipos de materiales para volver a su estado original una vez que estos eran deformados.
Por ello, vamos a explicar qué es, qué beneficios tiene y cómo podemos potenciarla.
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¿Qué es la resiliencia?
En psicología, es la capacidad que tienen las personas para recuperarse y mantener una conducta adaptativa después de haber vivido un suceso estresante. También podría ser entendida como la habilidad para mantener una actividad adaptativa de las funciones físicas y psicológicas en situaciones críticas.
Las personas que son resilientes tienen la tendencia a obtener mejor rendimiento de los acontecimientos vitales estresantes, incluso en ocasiones son capaces de aprender destrezas nuevas a partir de dichos sucesos negativos.
Además, está relacionada con tener una mejor salud mental y física. Es considerada equivalente a la invulnerabilidad, el crecimiento personal postraumático, la resistencia al estrés y la adversidad.
¿Qué son las estrategias de afrontamiento?
Como hemos visto, existen diversas maneras de superar los problemas y todo dependerá de las estrategias de afrontamiento que cada uno lleve dentro de sí. Las estrategias de afrontamiento son tácticas que nos hacen actuar de una determinada manera ante sucesos negativos o estresantes.
Por ejemplo, una persona que ha vivido el abandono de su pareja tiene dos opciones. Por un lado, puede sucumbir a la adversidad y quedarse en casa pensando en los motivos de la ruptura. Por otro lado, puede tomar una actitud resiliente y salir de casa para conocer a gente nueva.
Por todo ello, se podría decir que existen dos tipos de estrategias de afrontamiento, las adaptativas y las desadaptativas. La resiliencia estaría situada dentro de las adaptativas.
Otro aspecto a destacar es que la gente que presenta más vulnerabilidades, es decir, las personas que no son resilientes o que tienen estrategias de afrontamiento desadaptativas, no pueden entender la conducta de las personas resilientes. Por ello, en muchas ocasiones, las personas resilientes son vistas de manera negativa. También pueden ser juzgadas y catalogadas como personas frías y que no tienen sentimientos. Sin embargo, esto no es real.
Ser resiliente no quiere decir que no nos importe lo que ha ocurrido o que seamos personas frías o sin sentimientos. Si no que decidimos reponernos rápidamente y no dejarnos llevar por la negatividad del infortunio.
¿Qué nos hace ser o no ser resilientes?
La resiliencia no es una habilidad o capacidad absoluta que se adquiere de una vez y que es para siempre. Es el resultante de la interacción constante entre el individuo y su entorno y se puede entrenar con una serie de estrategias que se explicarán más adelante.
Aun así, existen diversos factores de riesgo y factores protectores que nos harán ser más o menos resilientes. Los factores protectores son aquellos que favorecen la aparición de la resiliencia como, por ejemplo:
- Vivir en un entorno con personas resilientes.
- Tener autocontrol emocional.
- Tener un autoconcepto positivo.
- Gestionar los conflictos de una forma adecuada.
- Controlar los impulsos.
- Ser personas positivas.
Los factores de riesgo son aquellos que no favorecen la aparición de la resiliencia. En este caso serían los contrarios a los protectores como, por ejemplo: no vivir en un entorno con personas resilientes, ser negativos, tener un mal autocontrol y autoconcepto o no tener un buen control de impulsos.
Como se puede ver, la noción de resiliencia abarca las características psicológicas y biológicas intrínsecas para un individuo. No obstante, estas pueden ser modificadas para tener una mayor protección contra el desarrollo del estrés.
¿Qué características tienen las personas resilientes?
Estas personas aceptan la realidad e intentan darle sentido a lo que les está ocurriendo por muy negativo que sea. Son personas que, entre otras cosas:
- Saben localizar sus propios problemas.
- Son optimistas.
- Controlan sus impulsos.
- Tienen autocontrol emocional.
- Ven las situaciones adversas como oportunidades para aprender.
- Son empáticas.
Una de las características más importantes es que aceptan la realidad tal y como se presenta. Es decir, no minimizan ni maximizan las consecuencias de lo que les ocurre. En definitiva, son personas objetivas.
¿Qué beneficios tienen las personas resilientes?
Existen muchos beneficios derivados de ser una persona resiliente como, por ejemplo:
- Tener menos trastornos del estado del ánimo o depresión.
- Saber hacerle frente a todo tipo de situaciones.
- Gozar de mejor salud física y mental.
- Vivir más satisfechos.
- Tener mejores resultados en el trabajo y en la vida diaria.
- Aceptar a las personas sin criticarlas ni juzgarlas.
- Ayudar a las demás personas a tomar una actitud positiva ante la vida.
- Tomar más riesgos en la vida.
¿Cómo desarrollar la resiliencia? Claves para ser resiliente
Ser resiliente es un proceso largo que requerirá mucho aprendizaje de nosotros mismos. Te presentamos siete claves para ser una persona resiliente:
Tener conocimiento de uno mismo
Es importante que nos conozcamos, tenemos que saber qué nos afecta de manera negativa y trabajar en ello. Debemos crear una imagen de nosotros mismos de capacidad y fortaleza que nos permita vernos con los recursos necesarios para gestionar situaciones adversas. Para ello, tendremos que analizar nuestras habilidades y nuestras debilidades.
Tener autocontrol emocional
No se trata de no llorar o de no sentir, se trata de aceptar que podemos hacerlo. Tenemos que aprender a llorar, gritar, etc. Pero a la misma vez, tenemos que regular y encaminar estas emociones para poder fortalecernos.
Poseer control de impulsos
Tenemos que aprender a detectar los primeros indicios de tensión para poder parar a tiempo los impulsos que se generan justo después del acontecimiento. Se debe tomar distancia de los pensamientos para que no actúen por nosotros.
A veces actuamos sin pensar y esto hace que tomemos decisiones erróneas tienen graves consecuencias para nosotros. Si tomamos distancia de las situaciones tendremos la oportunidad de reflexionar sobre lo que ha pasado y podremos tomar decisiones que no generen consecuencias negativas.
Mostrar actitud positiva
Tener una actitud positiva en el día a día es algo fundamental para poder ser una persona resiliente. Cuando nos pasa algo negativo lo vemos todo “muy negro” y pensamos que nunca más podremos volver a ser las personas que éramos antes de que nos ocurriese el suceso. Sin embargo, si analizamos la situación y la tratamos con fuerza y optimismo nos daremos cuenta de que todo pasa y de que no todo es tan terrible como nos parecía en un principio.
Ser realista y aceptar la realidad
Como hemos visto, las personas resilientes son objetivas. Tenemos que aprender a analizar las consecuencias de los problemas de una manera objetiva y sin maximizar o minimizar las consecuencias de lo que ha ocurrido. Tenemos que aceptar la realidad tal y como se presenta.
Aprende a crecer de los problemas
Existe un dicho popular que dice que de todo lo malo se aprende. Debemos analizar lo que nos ha pasado, por muy malo que sea, y extraer un aprendizaje de ello. Las personas resilientes contemplan las situaciones negativas como procesos de aprendizaje sobre ellos mismos.
Tener sentido del humor
Tener sentido del humor y reaccionar de manera positiva es muy importante. Una vez que el suceso estresante ha ocurrido y que no podemos hacer nada por evitarlo, el cómo nos comportemos nos afectará psicológicamente en los días posteriores. ¡Aprende a reírte de los problemas!
Entrena tu resiliencia.
Si quieres ser una persona resiliente y no sabes cómo lograrlo, pide ayuda. La terapia psicológica no es solo para el tratamiento de dificultades o de trastornos mentales. La terapia también te puede ayudar a desarrollarte como persona de una manera positiva.
La sociedad tiene tendencia a patologizar la psicología. Es decir, se asocia la terapia con tener algún problema. Sin embargo, no siempre es así y puede guiarte en un bonito proceso de autoconocimiento.
En resumen, ser una persona resiliente tiene muchos beneficios entre los que destacan tener mejor salud mental y física. Existe una serie de factores que puede hacer que tengas más o menos predisposición a ser o no ser resiliente, pero ten presente que es una habilidad que se puede entrenar.
Los obstáculos no tienen que detenerte. Si te encuentras con un muro, no te des la vuelta o te rindas. Averigua cómo escalarlo, atravesarlo o rodearlo.
M. Jordan.