En el artículo de hoy vamos a hablar sobre algunos experimentos psicológicos realizados a lo largo de la historia que pueden mostrar que, en muchos casos, nuestra naturaleza puede ser perturbadora.
Son experimentos que se han llevado a cabo por profesionales de la psicología social, que a día de hoy no podrían ser replicados por las implicaciones éticas que conllevan.
Comentaremos uno a uno cuáles son los más importantes de la historia y, posteriormente, daremos algunas conclusiones sobre ellos.
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También puedes verlo en el siguiente video:
El experimento del niño Albert.
Aunque actualmente realizar experimentos con niños sea algo inconcebible, lo cierto es que en el pasado se hicieron.
Uno de estos experimentos se realizó con el niño Albert de 8 meses. El objetivo de este experimento fue comprobar si el condicionamiento clásico podía hacer que se desarrollen miedos y fobias inexistentes. El condicionamiento clásico es en resumidas cuentas, el aprendizaje de una respuesta ante un estímulo por asociación a otro estímulo el cual genera la misma respuesta de manera natural.
El experimento fue realizado por Watson y Rayner en el año 1920.
El pequeño Albert en 1920
Albert, que en realidad se llamaba Douglas Merritte, era un niño muy tranquilo y habían comprobado que el bebé no tenía miedo ni a los animales ni al fuego. Sin embargo, si lloraba cuando los investigadores hacían ruido con una barra de metal. Este aspecto fue clave.
A partir de ese momento, cuando Albert había alcanzado la edad de 11 meses, empezó el experimento, que consistía en presentar una rata a la vez que hacían sonar la barra metálica.
Después de diferentes ensayos, el niño empezaba a llorar con tan solo ver la rata. En otras palabras, el miedo o la fobia a las ratas se había producido fruto del condicionamiento, el miedo era la respuesta natural ante el ruido y ahora estaba asociado a la rata. Pero no solo eso, Albert además de presentar miedo a las ratas también lo mostraba ante animales u objetos que se parecían a las ratas: perro, abrigos de pelo, etc. Es decir, el miedo se había generalizado.
A modo de conclusión, se podría decir que las fobias y los miedos que los seres humanos presentan a lo largo de su vida son, en su mayoría, fruto del condicionamiento clásico y en vista a este experimento puede ser generado por otros.
El efecto del espectador
También puede ser conocido como difusión de la responsabilidad. Esto ha sido algo que ha sido muy estudiado por la psicología social con, por ejemplo, el caso de Kitty Genovese.
kitty Genovesse en la casa de sus abuelos en brookling
Kitty Genovese era una mujer de 28 años que murió a causa de un apuñalamiento cerca de su casa. Fue apuñalada, logró escapar y estuvo cerca de 30 minutos esperando a ser auxiliada. Sin embargo, el atacante la encontró, la volvió a apuñalar y la violó.
Según informe sobre el caso, aproximadamente 38 personas llegaron a ver de cerca todo el proceso del asesinato. Sin embargo, ninguna de esas personas llamó a la policía o intervino. Tan solo un vecino, después de que ya no se pudiera hacer nada por la vida de Kitty, llamó a la policía.
Podríamos decir que lo que ocurrió fue el efecto del espectador. Este efecto lo que hace es que no auxiliemos a personas que están viviendo un suceso negativo si hay más personas mirando.
Lo que ocurre es que como hay más personas que están mirando y no están haciendo nada, eludimos la responsabilidad y se producen pensamientos del estilo: “no soy el único que no está haciendo nada”, “si alguien dice que no hago nada, puedo decir que hay más personas que tampoco están haciendo nada”.
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A modo de conclusión, podríamos decir que este fenómeno postula que, si hay más personas mirando ante una situación de emergencia, es menos probable que prestemos nuestra ayuda o auxilio. Esto puede ocurrir por diferentes cosas: miedo a que nos ocurra algo, vergüenza por ser los únicos que estamos ayudando, etc.
El experimento de obediencia de Milgram.
Este experimento realizado en el año 1961, tenía como objetivo poner a prueba qué es lo que ocurre cuando las exigencias de autoridad se contraponen con las exigencias de la conciencia.
A grandes rasgos, lo que se pretendía con esta investigación era que diferentes personas castigaran a la otra persona con una descarga eléctrica cuando se equivocase y esta descarga aumentaría en 15V con cada error.
Milgram describió el experimento a 110 psiquiatras, universitarios y adultos de clase media, y los tres grupos afirmaron que desobedecerían si el investigador les pedía que la descarga fuera más de 135V y que nadie esperaba ir más allá de los 300V.
Teniendo en cuenta el sesgo de beneficio propio, Milgram preguntó a ver hasta qué punto pensaba que irían los demás, todos dijeron que nadie iría más allá de la etiqueta XXX (435-450V, los psiquiatras dijeron que 1 persona de cada 1000).
Milgran y su máquina de electrocutar falsa
Cuando Milgram realizó el experimento con 40 hombres voluntarios de entre 20 y 50 años, 26 llegaron hasta los 450 voltios.
En este caso, según Milgram lo que generaba la obediencia, aunque chocara con los propios principios éticos era:
1. Distancia emocional con la víctima. Los participantes tuvieron menos piedad cuando no pudieron ver directamente a la víctima, además cuando no escuchaban ninguna queja, plegaria o signo de dolor, casi todos obedecían hasta el final.
2. Cercanía y legitimidad de la autoridad. Cuando las órdenes se daban por teléfono la obediencia disminuía hasta un 21%, cuando la persona estaba cerca la obediencia aumentaba. Por ello, se puede concluir que la presencia física del experimentador influía notablemente sobre el grado de obediencia que tenían los participantes.
3. Autoridad institucional. Muchos participantes dijeron que, si no hubiese sido porque el experimento se realizó en la universidad de Yale, no habrían continuado con dicho experimento. Esto quiere decir que nos fiamos de la gente si esta pertenece a un grupo de autoridad institucional.
4. Los efectos que tiene la influencia de grupo en sentirnos liberados. Si estás enfadado con un superior y nadie más lo expresa, es más probable que no digas nada, pero si alguien más lo dice, tú también lo haces y esto se vive como algo liberador. En estas ocasiones se puede llegar a pensar que hemos actuado porque recibíamos órdenes y podemos refugiarnos en ello.
El experimento de la cárcel de Standford.
Aunque existe una película llamada “El Experimento” que relata el estudio, vamos a explicar de qué se trata. El objetivo de este era comprobar de qué manera influye el ambiente externo en nuestro comportamiento.
Se realizó en el año 1971 por Zimbardo en la Universidad de Stanford. El objetivo es que diferentes personas adquirieran un rol: guardia o preso. La prisión era ficticia y se reclutaron diferentes voluntarios para llevarlo a cabo.
Poco después de empezar, el experimento se empezó a descontrolar y a la semana de empezar se tuvo que cancelar.
Cacheos en la cárcel de la universidad de Standford
En los pocos días que duró el experimento ocurrieron cosas sorprendentemente perturbadoras, como que algunos de los presos se pusieran en huelga de hambre, que pidieran la libertad condicional o que los padres de algunos presos solicitaran hablar con un abogado para tramitar la liberación de sus hijos. Recuerdo al lector que el experimento era voluntario y por tanto tanto los "presos" como los "carceleros" podían abandonar el experimento en cualquier momento.
Por un lado, los presos aceptaron que tenían que recibir un trato humillante por parte de los carceleros, mientras que los carceleros mostraban un trato abusivo hacia los presos. Esto hizo que muchos de los participantes desarrollaran diferentes trastornos emocionales incluso meses después de finalizar el experimento.
A modo de conclusión se podría decir que, el tener poder hace que nos podamos convertir en abusadores, en otras palabras, la autoridad nos da poder.
Conclusiones y reflexiones sobre los diferentes experimentos
- El condicionamiento puede hacer que desarrollemos miedos y fobias. Este condicionamiento, además, se puede generalizar.
- Los estudios de Milgram y Zimbardo, comparten que la obediencia puede ponerse por encima del sentido moral. En otras palabras, existe éxito al presionar a la gente a actuar contra su propia conciencia.
- Las influencias externas se pueden poner por encima de las convicciones internas.
- El poder de la situación. Las situaciones sociales pueden llegar a ser muy poderosas. Pensamos que es la cultura la que forma nuestras vidas. Sin embargo, las fuerzas circunstanciales del momento pueden ser igual de importantes.
- Error fundamental de la atribución. No nos sorprende que una persona maleducada sea desagradable. Sin embargo, esperamos que las personas que normalmente son agradables, sean amables. Esto quiere decir que solemos pensar que los buenos hacen cosas buenas y que los malos, hacen cosas malas. En otras palabras, presuponemos que las personas crueles son aquellas personas con mal corazón. Aun así, como hemos visto, los estudios demuestran que no, que, en parte, es debido a nuestras historias sociales y nuestro entorno.
Referencias bibliográficas
- Hogg, M. A., y Vaughan, G. M. (2010). Psicología social (5a. ed). Madrid: Médica Panamericana.