Que duda cabe de que la perdida de un ser querido es uno de los eventos más traumáticos a los que nos podemos enfrentar en nuestra vida. El duelo que sigue a la pérdida es el precio que pagamos por vincularnos a otras personas creando relaciones que nos aportan felicidad.
En algún momento de nuestra vida, todos pasaremos por este proceso de duelo, pero no todos lo viviremos igual ni tendrá el mismo impacto para cada uno de nosotros, ya que esto dependerá de factores protectores como son entre otros:
- Nuestra capacidad personal para el manejo del estrés.
- Apoyo social con el que contemos.
- Nuestra capacidad personal para reconstruir el significado de la vida después de la pérdida.
Este último es crucial para la resolución del duelo, puesto que si la persona que lo sufre siente que pude compartir sus reacciones emocionales y los demás responden adecuadamente a ellas, se sobrepondrá a la pérdida y podrá continuar su vida.
Ante una situación de trauma o pérdida, necesitamos contacto personal y este contacto es determinante para la supervivencia emocional. Si la persona vive su duelo en soledad, este evento no se integrará de forma adecuada en la memoria emocional, lo que puede conllevar complicaciones del mismo como depresión, ansiedad o estrés postraumático.
Pese a la importancia del contacto social hay duelos que no son socialmente reconocidos o públicamente expresados. Esto significa que al doliente no se le permite vivir su duelo con normalidad, no recibiendo el apoyo y las facilidades reconocidas en otro tipo de duelos. Estos dolientes no reconocidos no tienen derecho a la flexibilidad de responsabilidades, bajas laborales, apoyo legal o social.
DUELOS NO AUTORIZADOS.
Dentro de estos duelos no reconocidos se encuentran los siguientes:
- LA RELACIÓN NO ES RECONOCIDA: Esta situación supone el no reconocimiento de la relación del doliente con la perdida como socialmente significativo. Por ejemplo la perdida de un amante, de una expareja, o la perdida de una pareja en una relación homosexual no reconocida. La perdida de los amigos, de maestros o personas significativas de nuestro pasado con la que actualmente no mantenemos una relación pero que han sido muy importantes en nuestra vida.
- LA PERDIDA NO ES RECONOCIDA: En estos casos el duelo es invalidado porque la muerte no es socialmente valorada o significativa. Se enmarcan en este tipo la perdida de personas con enfermedades incapacitantes graves y en coma, la pérdida en el periodo perinatal o la pérdida de animales.
- EL DOLIENTE NO ES VALIDADO: Estos casos son aquellos en los que la sociedad no reconoce la capacidad del duelo al doliente. Entre estas se encuentran las personas con discapacidad, niños o personas mayores con enfermedades neurológicas graves.
- LAS CIRCUNSTANCIAS DE LA MUERTE: Situaciones en las que el tipo de fallecimiento no es socialmente aceptado como el suicidio, la muerte en la comisión de un crimen o muerte por sobredosis.
Todas estos duelos no reconocidos aumentan la probabilidad de desarrollar un duelo patológico puesto que al trauma de la pérdida hay que unir el dolor por el fracaso en encontrar el apoyo social que todo doliente necesita para superar el proceso al que se enfrenta.